Imagina pagar 15.000 euros por una obra de arte que no puedes ver, tocar ni fotografiar. Parece una broma, pero es exactamente lo que ocurrió en 2021 cuando el artista italiano Salvatore Garau vendió su escultura invisible titulada Io Sono (Yo soy). Esta venta no solo desconcertó al mundo del arte, sino que también reavivó el debate sobre qué es realmente el arte y hasta dónde puede llegar la creatividad humana.
¿Qué es Io Sono?
Io Sono es una escultura inmaterial, es decir, no tiene presencia física. No hay mármol, bronce ni madera; no hay forma ni color. Lo único que recibe el comprador es un certificado de autenticidad firmado por Garau y unas instrucciones precisas para su "exhibición": debe colocarse en un espacio libre de obstrucciones de 150 x 150 centímetros.
Según Garau, su obra representa un vacío lleno de energía, basándose en el principio de incertidumbre de Heisenberg. Argumenta que, al igual que la música o la oración, puede ser percibida a través del pensamiento y la imaginación. "El vacío no es más que un espacio lleno de energía", afirma el artista.
Otras obras invisibles de Garau
Io Sono no es la única escultura invisible de Garau. Anteriormente, presentó Buda en contemplación en la Piazza della Scala de Milán, marcada únicamente por un cuadrado de cinta adhesiva en el suelo. Posteriormente, instaló Afrodita Piange en Nueva York, identificada por un círculo blanco con un punto rojo en el centro.
Estas obras forman parte de un proyecto más amplio en el que Garau planea exhibir siete esculturas inmateriales en diferentes ciudades del mundo. Cada una de ellas busca desafiar las nociones tradicionales de arte y explorar la relación entre la percepción, la materia y la energía.
Críticas y controversias
Las esculturas invisibles de Garau han generado tanto admiración como escepticismo. Algunos críticos las consideran una provocación o incluso una estafa, mientras que otros las ven como una evolución del arte conceptual. Garau ha enfrentado acusaciones de plagio por parte del artista español Boyer Tresaco, quien afirma haber creado esculturas invisibles décadas antes.
Además, se han reportado intentos de falsificación de sus obras en plataformas de venta en línea, lo que ha llevado a Garau a defender la autenticidad y originalidad de su trabajo.
¿Es esto arte?
La pregunta persiste: ¿puede considerarse arte una obra que no tiene presencia física? Garau sostiene que sí, argumentando que su trabajo invita a la reflexión y a la participación activa del espectador. "Cuando decido 'exhibir' una escultura inmaterial en un espacio dado, ese espacio concentrará cierta cantidad y densidad de pensamientos en ... ", explica el artista.
En última instancia, las esculturas invisibles de Garau nos obligan a reconsiderar nuestras percepciones del arte y a cuestionar los límites de la creatividad humana.